El duelo perinatal se produce tras la muerte de un feto o bebé durante el período perinatal (antes, durante o después del parto), que se extiende, según el consenso, desde la semana de amenorrea (durante el embarazo) hasta los 7 días posteriores al parto. En realidad, la experiencia de las parejas que se preparaban para ser padres y que repentinamente se enfrentan a la pérdida de un embarazo o de un hijo va mucho más allá de estos límites oficiales. Afortunadamente, se trata de situaciones poco frecuentes, pero extremadamente complejas, ya que pueden ocurrir en diferentes momentos del embarazo y el puerperio, o de forma inesperada.
Las situaciones prenatales inesperadas incluyen la interrupción espontánea del embarazo (anteriormente denominada aborto espontáneo), ya sea precoz o tardía. En el período posnatal, se refiere a la muerte inesperada del bebé en los primeros días o semanas tras el nacimiento.
Las situaciones previstas, relacionadas con el diagnóstico prenatal, se refieren a decisiones sobre la interrupción médica del embarazo (ITM) o los cuidados paliativos posparto (conforme a la Ley Claeys-Leonetti). Estas decisiones se toman conjuntamente entre el equipo médico y los padres.
Cada situación es única y la experiencia de cada padre dependerá de su inversión en el embarazo, de su relación con su bebé, del contexto, pero también de su propia historia, del apoyo del que pueda beneficiarse...
Por eso es difícil dar una definición estricta del duelo perinatal, ya que depende sobre todo de las experiencias de unos padres que luchan con un verdadero colapso psicológico en un período de fragilidad, perturbando brutal e irreversiblemente el orden de las cosas, interfiriendo la muerte donde se esperaba vida.
